Los refrescos no hidratan, deshidratan.

Si tienes sed no elijas refrescos. El elevado contenido en agua no garantiza una correcta rehidratación. Cuando aparece la sensación de sed, las células ya están necesitadas de agua. El aporte hídrico más adecuado está basado en bebidas hipo o isotónicas, es decir, su presión osmótica debe ser inferior o igual a la del plasma.

Muchos refrescos del mercado son hipertónicos y con su ingestión, nuestro organismo pierde agua celular de la pared intestinal para igualar la concentración, por lo que se agrava la deshidratación. Además, la mayor parte de los refrescos contienen muchos azúcares y el sabor dulce potencia la sed.

No te dejes engañar por el color. Los pigmentos que aportan los zumos de fruta son insuficientes para proporcionar un buen poder de tinción.

Los colorantes artificiales, especialmente la tartrazina de color amarillo, pueden ocasionar cuadros asmáticos en personas sensibilizadas, pero no son la causa principal. A veces, las reacciones adversas son debidas a otros ingredientes y la tartrazina produce una sensibilización cruzada.

Para ser justos también hay que decir que a pesar del elevado contenido en azúcares fermentables y la acidez que pueden llegar a aportar las bebidas refrescantes, el corto tiempo que permanecen en la boca y su formulación líquida, hacen que su impacto en la caries sea insignificante, comparado con el de alimentos azucarados pegajosos. Se debe tener en cuenta que cuando se ingiere un refresco, la bebida pasa rápidamente por la boca, el ácido permanece muy poco tiempo en contacto con los dientes y la saliva ejerce un papel de dilución.

Mucha gente asocia erróneamente la palabra soda con el contenido en sodio. En realidad, la mayor parte de las bebidas refrescantes contienen cantidades muy bajas en sodio, que al igual que el potasio, dependen mayoritariamente de su concentración en agua potable de formulación.